domingo, 25 de mayo de 2014

Palco de Prensa: Los aprendices políticos.

                                            


Por : Gilberto LAVENANT

Dicen, que nadie nace enseñado o sabiendo todo. Que, hasta para un trabajo común y corriente, se requiere preparación previa. Con mayor razón, para la función pública.

Se puede haber cursado una carrera profesional, pero sin duda alguna en la curricula no se incluye  la de práctica política o el desempeño de la función pública. Para acabarla, muchos de quienes ostentan un título profesional, nunca han utilizado, en la práctica, los conocimientos adquiridos en las aulas. Y quizás hasta ya se les olvidaron.

En especial, muy pocos se han de haber interesado, por conocer los vericuetos de la política en general y sobre todo el cómo actuar en el desempeño de un cargo público. Además, como dicen, de la teoría a la práctica, hay una enorme distancia.

Curiosamente, la mayoría de los nuevos funcionarios, tienen que recurrir a sus auxiliares más cercanos, los empleados de base, los que durante tantos años han realizado las tareas fundamentales de la dependencia a su cargo. Y tienen qué confiar en ellos.

Esos funcionarios, en muchos casos, la capacidad, apenas si les alcanza para estampar su firma en cada documento que les indica su secretaria o asistente personal. Y hay quienes, hasta en eso se equivocan.

Esto, es sumamente grave, más que por el hecho de que desconozcan las materias o funciones de la dependencia a su cargo, pues si se aplican, pueden aprender, es porque les falte algo esencial en todo individuo : el sentido común. Eso sí que está delicado.

No poder diferenciar, entre lo que es bueno y lo que es malo, lo que es legal y permitido, o ilegal y prohibido, tiene consecuencias serias. Sumamente serias.

Y no se diga, si esos personajes, tienen una enorme debilidad y atracción por el dinero fácil. Si carecen de ética y son deshonestos, casi por naturaleza propia. Entonces, se convierten en un verdadero peligro social.

Cabe hacer este tipo de observaciones, para apuntar que el XXI Ayuntamiento de Tijuana, que encabeza Jorge Astiazarán Orcí, integró a su equipo de colaboradores, a personas carentes de conocimientos o experiencia, sobre lo que implica la función pública. Esta es su primera experiencia de ese tipo. Obvio, les falta oficio político.

Y siendo ellos, los colaboradores y soporte del Alcalde, quien tampoco es político, los que deben operar el aparato gubernamental, en sus respectivas áreas, son pobres los resultados que se han logrado, a seis meses de haber iniciado la gestión del XXI Ayuntamiento. Hay quienes afirman, aunque eso resulta extremoso, que pareciera que ni siquiera ha arrancado la actual administración municipal.

Bueno, este aparente estancamiento, también se debe a otros factores. El principal, la falta de recursos. No hay dinero suficiente, para enfrentar el grave rezago urbanístico y de servicios públicos de la ciudad.

A esto se agrega, el uso de viejas prácticas políticas. Tal parece, que el Alcalde Astiazarán no ha entendido, ni alguien se lo ha dicho, que solamente es el coordinador de los integrantes del Cabildo. Que las acciones a realizar, primero debe presentarlas a los demás ediles, para su discusión y consenso.

Tradicionalmente, con el apoyo de sus colaboradores cercanos, el Alcalde prepara sus programas, planes y acciones, cita a sesión de cabildo, como mero protocolo, para que los regidores se los aprueben, sin discusión alguna. Si alguien se opone, pues se recurre el clásico mayoriteo y asunto arreglado.

Los regidores, de la filiación partidista del Alcalde, en este caso, los priístas, independientemente de sus convicciones, en automático levantan la manita para aprobar cuanta propuesta haga el primer edil.

Pero los demás regidores, los de otras fuerzas políticas, reclaman, que cuando menos les expliquen previamente cada asunto, para estar en condiciones de aprobar o rechazar cualquier propuesta. Esto es lógico.

Conforme al reglamento de Cabildo, deben ser citados al menos con 36 horas de anticipación. Dicen que para la sesión del jueves de la semana pasada, fueron citados apenas dos horas antes. Esto ocasionó una enorme tensión durante le sesión. Esto, es cuestión de formas. Sobre todo, de oficio político.   

Lo menos peor, que se puede decir de esto, es que los colaboradores del alcalde, muchos de ellos, aún están en el proceso de aprendizaje, pero a seis meses de haber iniciado la gestión del XXI Ayuntamiento, es mucho más que eso. Al paso que van, ni en los tres años de la gestión, alcanzarán a aprender, sus respectivas funciones.

Algo sumamente delicado, pues aunque se imponga el mayoriteo, queda un pésimo sabor de boca, cuando no hay una justificación plena y se generan las dudas y sospechas.

En breve, el Cabildo deberá deliberar sobre temas tan delicados como la posible renegociación de la deuda o temas controvertidos como son casi todos los asuntos heredados de la administración de Carlos Bustamante, tales como el absurdo arrendamiento de las luminarias, o la leonina contratación de las videocámaras para las multas electrónicas.

Sobre todo, la aparente intención de solapar o encubrir las presuntas irregularidades del XX Ayuntamiento. Se requiere oficio político, además de experiencia y capacidad, para actuar con contundencia y claridad. Tarea casi imposible, para simples aprendices políticos. Es grave, incurrir en irregularidades, por dolo o mala fe. Pero no menos grave, cuando se hace por simple desconocimiento, torpeza o falta de oficio político.

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