Por : Gilberto LAVENANT
La palabra unidad, en el terreno de la política, se utiliza comúnmente como símbolo de fuerza. Por aquello de que “la unión hace la fuerza”. Pero, generalmente, es lo que menos existe entre los políticos. Cada quien, en lo individual o como grupo, jala para donde su interés les conviene. Por algo se advierte :”Díme de qué presúmes y te diré de qué careces”.
En Baja California, entre los priístas, el divisionismo es crónico. Lo sabe todo mundo. Durante los últimos 24 años de gobiernos panistas, entre los priístas se desarrolló el castrotrentismo, encabezado precisamente por Fernando Castro Trenti, diputado federal con licencia y actual Embajador de México en Argentina.
Las principales posiciones, logradas desde la oposición, han sido ocupadas por castrotrentistas, aunque este surgió del hankismo, a partir del 2007 en que el empresario casinero Jorge Hank Rhon, fracasó en su intento por lograr la gubernatura estatal, supuestamente debido a una traición de Fernando, que era el coordinador de campaña. Ahí fue el parteaguas.
El hankismo, surgió y pudo subsistir, en principio, porque los seguidores de Hank, que no pudieron lograr, ni posiciones gubernamentales, ni partidistas, se refugiaron en las empresas de su patrón. El simple hecho de estar bajo la sombra de un hombre poderoso, económicamente hablando, les daba ánimo para mantenerse en la lucha. Sobre todo, porque tenían un empleo y no necesitaban andar “pateando el bote”.
Irónicamente, la sombra de uno, ha bloqueado al otro. Y visceversa. El Partido Revolucionario Institucional, aunque ha existido como uno solo en la entidad, en la práctica ha funcionado como dos pequeños partidos, cada uno representado por una fracción. Hablar de unidad, ha sido un mero pregón, una ilusión o simplemente una mentira, porque castrotrentistas y hankistas, son como el agua y el aceite.
Se constató en los comicios del 2013 en la entidad. De antemano se sabía que Castro Trenti sería el candidato del PRI, pero Hank Rhon presionó hasta el último momento, amenazando con que lucharía por la candidatura, apoyado en sus relaciones personales con el Presidente Enrique Peña Nieto y los integrantes del Grupo de Atlacomulco, del que formó parte su padre, el profesor Carlos Hank González.
Hank, tenía a su favor, el poder económico, que le permite tener numerosos empleados, que a la vez conforman su grupo político. En este, sus deseos son órdenes. Si se deja la cabellera larga, sus empleados hacen lo mismo. Si se la corta a rape, pues sus hankitos también. Si se deja crecer la barba, hasta los lampiños hacen milagros para tener pelambre en la cara.
La creación de un equipo de futbol profesional, permitió que la popularidad del empresario se fuese hasta la luna. Aunado a que tradicionalmente realiza festivales de corte populista, como los del día del niño, la madre, los reyes. Comercialmente hablando, aplicado el término en política, el empresario estaba vendido.
Pero Hank tenía varios problemas. Uno de ellos, casi el principal, era su extravagancia y el haberse visto involucrado en asuntos de índole criminal. Felipe Calderón, siendo Presidente de la República, ordenó su detención, tratando de exhibir al sistema político priísta, pero lo hizo tan mal, que lo convirtió en víctima y lo tuvo que liberar.
El otro problema, es que el castrotrentismo se adueñó del PRI en la entidad. Ostentaba las representaciones oficiales del partido, a nivel estatal y municipal. La mayoría de los priístas que han ocupado cargos públicos, no solamente estatal o municipal, sino incluso federal, le han debido la chamba a Castro Trenti.
Cuando Fernando se aferra a ser el candidato priísta a la gubernatura estatal, consideró que, prácticamente, siendo el dueño del PRI en la entidad, consideró que era el momento oportuno para ello. De algo le servía haberse desarrollado políticamente bajo la tutela del sonorense Manlio Fabio Beltrones, cuyo poder vino a menos, cuando el Grupo Atlacomulco no lo dejó avanzar en su lucha por la candidatura presidencial. Y ni modo, se tuvo qué resignar y decir : “mañana empiezo otra vez”.
Esa fue una desventaja para Fernando, pues era evidente que la línea presidencial no le favorecía. Cuando se decide su postulación, hubo quienes se atrevieron a decir, que su derrota estaba anunciada. Que la gubernatura de Baja California, a favor del PAN, fue negociada como parte del Pacto por México.
Entonces, Hank Rhon vió las condiciones propicias para vengarse de Castro Trenti. Se hizo del rogar cuando las dirigencias partidistas le solicitaron apoyo para el candidato priísta a la gubernatura. Finalmente simuló que cedía, pero al conocerse los resultados electorales, quedó evidenciado que el empresario casinero pactó con los panistas para meterle zancadilla a Fernando. Por fin, cobraba la venganza pendiente.
Como evidencia del “pago de la factura política”, Kiko Vega incluyó a hankistas en su gabinete. La más visible, Juana Pérez Floriano, en la Secretaría del Trabajo, quien jaló a otros hankistas, como al abogado laboralista de Hank Rhon, Arturo Méndez, a quien designó como Presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje, en Tijuana.
Como parte de los preparativos para los siguientes comicios, los del 2015, es necesario renovar las dirigencias priístas estatal y municipales. Ya hay varios tiradores. Todos pregonan la unidad como propósito fundamental. La verdad es que los hankistas no están dispuestos a permitir que los castrotrentistas sigan regenteando al PRI. Ni visceversa.
La pugna es de pronóstico reservado. Lograr la unidad, entre castrotrentistas y hankistas, ni con kola loca.
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