Por : Gilberto LAVENANT
Ha sido sumamente lamentable, lo que le ha ocurrido a muchos mexicanos, afectados por fenómenos climatológicos. Unos 80 muertos, 39 mil evacuados, de los cuáles 23 mil fueron llevados a albergues temporales. En total, 254 municipios resultaron afectados, a nivel nacional, de los cuales 77 fueron declarados zonas de desastre.
El saldo de los daños, es enorme y cuantioso. Quizás el más afectado, lo ha sido el Estado de Guerrero. No sólo Acapulco, donde miles de turistas quedaron varados. La comunicación por vía terrestre, quedó interrumpida. Fue necesario establecer un puente aéreo, para rescatar a los viajeros y abastecer de alimentos a las comunidades aisladas.
Los reportes oficiales indican que en Guerrero, el gobierno federal rescató a más de mil personas y hubo 10 mil desalojos en 49 municipios. Por lo menos 11 mil 591 viviendas, sufrieron daños mayores, al haber desbordado 25 ríos. Un total de 2 mil 377 guerrerenses aún se encuentran en 13 albergues.
En Veracruz, se reportan 82 mil damnificados. De los 212 municipios, al menos 66 resultaron afectados.
En Oaxaca, las cosas están igual, o peor, pues se reportan 77 municipios con inundaciones, deslaves, derrumbes, desbordamientos de ríos y arroyos, cortes de vialidades y puentes dañados.
También hubo daños en otras entidades. En Michoacán, 36 municipios afectados. En Jalisco, suspendieron clases en cuando menos 8 municipios. En San Luis Potosí, hubo 15 mil 772 evacuados. En Zacatecas, 4 mil damnificados. Aproximádamente 109 poblados del sur de Nuevo león, quedaron incomunicados y en Hidalgo, 17 de los 84 municipios, también fueron afectados por las lluvias.
Son dramáticas las condiciones que viven muchos mexicanos, principalmente aquellos que habitan en los 77 municipios declarados zonas de desastre. 56 en Guerrero, 11 en Oaxaca, 2 en Chihuahua y 8 en Veracruz.
Son estrujantes las escenas, difundidas por televisión, del paso de Ingrid y Manuel, por esas entidades. En Baja California Sur, se preparan para la llegada de la tormenta tropical Manuel. Se temen afectaciones desde el puerto de Ensenada, hasta el poblado de Los Barriles.
Sin embargo, lo interesante, además de lamentable, es que no solamente la naturaleza ocasionó tales estragos. Cientos de miles de millones de pesos. Las primeras revisiones, pusieron al descubierto las pésimas obras realizadas al amparo de la corrupción, utilizando materiales de mala calidad, desarrollando complejos habitacionales en zonas inadecuadas. Hay autores, intelectuales y materiales, de muertes y daños.
Específicamente, en la construcción del tramo Chilpancingo-Acapulco de la Autopista del Sol. Antes de las intensas lluvias, representaban maravillosos escenarios. Parecían dibujados por excelentes pintores.
La lluvia y las corrientes pluviales, demostraron que eran obras de utilería, como escenarios propios para la filmación de una película. Los brillantes colores se destiñeron. Los asfaltos, se diluyeron. Los puentes viales, se desmoronaron.
En el sistema político mexicano, los proyectos de obras se realizan a base de “cuchupos”, desde la licitación y asignación de los contratos. Durante la realización, gratifican a los encargados de supervisar las obras, para que se hagan “de la vista gorda” y en lugar de exigir, estampen su firma validando irregularidades.
Lo mismo puede decirse de los desarrollos urbanos. Se rellenan y emparejan, terrenos accidentados, inundables, cauces de ríos y arroyos. Zonas hinóspitas, las convierten en paraísos visuales. La imagen se conserva en tiempos de secas, pero apenas llueve, se descubre la triste y dramática realidad. Dicen que el agua reconoce sus cauces y destruye todo a su paso.
Se debería fincar responsabilidades, a todos los involucrados y además de obligarles a pagar los daños ocasionados, con sus “obras de relumbrón”, enviarlos a la cárcel. A los funcionarios que licitaron las obras y las asignaron a compas o familiares. A los funcionarios que, recibidas las gratificaciones, permitieron que se realizaran con materiales de pésima calidad. A los constructores y desarrolladores fraudulentos, que cínicamente se retacaron los bolsillos de dinero, sin importarles que estaban creando zonas de alto riesgo. Todos ellos, deberían ir a prisión.
No es difícil conocer identidades, ni determinar responsabilidades, en cada caso. Se requiere, simplemente voluntad política y carácter. Además, estar libre de culpa, para atreverse a lanzar la primera piedra. Algo que sí es un verdadero problema en México, pues los corruptos son ampliamente conocidos entre sí y recorren el país tejiendo una red de corrupción que involucra o alcanza a todos los niveles de gobierno.
Es de ilusos, pensar o suponer que un día, se pudiese proceder en contra de tales alimañas que tanto daño hacen a los mexicanos. Las tragedias, luego de los lamentos, se dejan en el olvido. Pareciera que los afectados, simplemente están obligados a padecerlas.
Y no crean que en Baja California, no se dan tales irregularidades. Los flamantes desarrolladores urbanos, construyen donde les da la gana. Para eso son compas de los gobernantes en turno, que reciben su “mochada”, validan fraccionamientos fraudulentos y luego, cuando las tragedias se presentan, hasta les ayudan para que eludan responsabilidades. Tanto peca, el que mata la vaca, como el que le agarra la pata. Las complicidades, son manifiestas o evidentes.
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