lunes, 2 de septiembre de 2013

Palco de Prensa El México violento.


                                           Por : Gilberto LAVENANT

Contra la voluntad de muchos, y bajo la protección de la fuerza pública, ayer domingo se instaló  la LXII Legislatura del Congreso de la Unión, se recibió el texto del Primer Informe de Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, y luego de que cada una de las fracciones parlamentarias fijaron sus posicionamientos al respecto, se estableció un receso, se citó para reanudar labores a partir de las 8 de la noche, hora de la capital del país, a fin de discutir y aprobar la Ley de Servicio  Profesional Docente.


Del informe presidencial, nada se supo, porque por primera vez la Presidencia de la República se reservó la publicación, hasta después de que hoy martes, el Presidente Enrique Peña Nieto, dé el tradicional mensaje relativo a este tema, en un evento que tendrá lugar en Los Pinos, la residencia oficial, a partir de las 10:00 de la mañana.

Sin embargo, ayer fue un día de zozobra para muchos mexicanos. Muchos de los que quisieran ver a México envuelto en llamas, salieron a las calles a cometer las tropelías de costumbre. De acuerdo a las gráficas y videos, además de las crónicas periodísticas, la Ciudad de México estuvo sitiada durante casi todo el día.

Por un lado, los integrantes de la CNTE, Coordinadora Nacional de Trabajadores al Servicio de la Educación, que pretendían impedir la instalación de la legislatura federal, para evitar la presentación del informe presidencial y además, que fuese sometida a votación la tercera de las leyes propuestas por el Presidente Peña Nieto, que obligará a los docentes a someterse a evaluaciones, con la amenaza de cesar a los reprobados.

Por la otra parte, grupos de agitadores profesionales, identificados como anarquistas, viejos conocidos, por ser los autores de los principales disturbios registrados en la capital del país en los últimos meses y años, muchos de los cuales portaban máscaras antigás, bombas molotovs, piedras, barrotes y botes de spray de pintura, para dejar huellas de su paso por las vialidades.

Según las informaciones captadas y difundidas, no hubo saldo trágico. Tan sólo unos cuantos detenidos y varios policías lesionados. Elementos de policía del Distrito Federal, la Policía Federal y elementos policiacos del Estado de México, lograron frenar a los rijosos e impidieron cumplieran sus propósitos.

No obstante, las escenas, por demás desagradables y preocupantes, muestran a un México violento, protagonizado por individuos que pretenden imponer sus propias reglas, a base de actitudes groseras y violentas, cual si este país fuese un pueblo sin ley.

Tales escenas pintan y proyectan a México, como un país en donde reina la inestabilidad social, donde la violencia se dá en las principales vialidades, en el que las autoridades, no solamente son cuestionadas en su desempeño, sino presionadas y obligadas a hacer, lo que la chusma exige. Sin duda alguna, como si el tiempo hubiese sufrido un severo retroceso y ubicara a los mexicanos en la época de la lucha por la independencia.

Ayer, quedó plenamente demostrado, que muchos individuos sin escrúpulos, sin más propósitos que provocar inestabilidad social, el poner en tela de duda a la autoridad misma, al retarla soezmente a reprimirlos o tolerarlos, salieron del drenaje citadino para provocar el caos. Tengan por seguro que entre ellos, se involucraron delincuentes de todo tipo, por aquello de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

Experiencias anteriores, de situaciones similares en las que, de viles agresores, han resultado víctimas, supuestas “blancas palomitas”, auspiciados y protegidos por grupos políticos de extrema izquierda, entre ellos tribus perredistas, les permitieron presumir que podrían salir de nueva cuenta a las calles, y salir victoriosos.

Este es un tema pendiente de analizar, discutir y resolver lo conducente. Nadie tiene la facultad o el derecho de alterar la paz social, sin hacerse acreedor a sanción alguna. Ha trascendido, que dirigentes y gobernantes, emanados del Partido de la Revolución Democrática, están atrás de muchos de estos revoltosos.

Pareciera, que les importa poco atentar contra la estabilidad del país, con tal de lograr adeptos. Darles banderas políticas a los criminales, para que las enarbolen y traten de justificar sus ilícitos. Que nadie los toque, porque saldrán a las calles a agredir a quien se les atraviese al paso.

Es tiempo de desenmascarar a los villanos. A un lado las dobles morales, de quienes por una parte hablan de derechos y justicia social, de progreso y superación general, pero que por otra parte abonan a la negatividad, al fracaso de México, encendiendo hogueras que consuman o incineren cualquier proyecto positivo, que no sea de su autoría.

Y todavía, tienen el descaro de declararse y ostentarse como defensores de los derechos humanos, de defensores de los desvalidos y grupos vulnerables, solapando, encubriendo y alentando a verdaderos criminales.

Ciertamente, los mexicanos tienen hambre, tienen sed de justicia, detestan a los políticos corruptos, pero de ninguna manera están a favor de la violencia. Ni la violencia del crimen común, ni la del organizado, ni mucho menos la política.

El camino de la violencia, no conduce a nada bueno. Que no los engañen los falsos mesías. Los que no precisamente defienden a México, sino más bien reclaman “un pedazo del pastel”.  

Y no duden, ni tantito, que muchas de esas acciones desestabilizadoras, reciben financiamientos del crímen organizado. Para seguir operando, nada mejor que debilitar a la autoridad. La violencia política puede resultar más efectiva a sus propósitos, que las armas.
Todo puede ser posible.

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