jueves, 27 de junio de 2013

NI LA PROSA NI LA RIMA


por Gustavo Adolfo Póker

LAS EXPRESIONES que recordamos, invariablemente delatan nuestra edad física. Si quieren involucrarse en el futil ejercicio de estimar mi edad, déjenme decirle que soy de los tiempos en que la expresión “clavarse un puñal” era sinónimo de quitarse la vida, no de ganársela.

Soy también de los tiempos en que, socialmente, la virginidad cotizaba alto en la escala de valores. La ceremonia donde la novia, portando alba vestimenta, unía sus destinos a los de distinguido caballero, era sinónimo de la virtud -y paciencia- de la impoluta contrayente, así como pendón de orgullo para los dedicados paterfamilias. Una historia de cuchicheos y descrédito social estaba destinada para aquellas que llegaban al matrimonio sin haber mantenido la virtud, tras haber desechado la doncellez en un pasional e irreversible trance.
  Como las novias no virtuosas, los partidos políticos que participan en el presente proceso electoral, se dejaron llevar por el arrebato pasional de los ataques y las campañas negras. Se rindieron ante las seductoras artes de los profesionales de la denostación, y haciendo caso omiso del qué dirán, aflojaron y cooperaron para que la fiesta cívica degenerara en aquelarre electorero.
  La virginidad se perdió y ya nada podrá ser igual. Aunque mañana se desdijeran de sus expresiones todos los que han abierto la boca para agredir, y han señalado con índice acusador a delincuentes -presuntos o probados- a través de ataques, señalamientos y pronunciamientos negativos contra las coaliciones, los partidos, los candidatos, sus propiedades y sus tropiezos, nada será ya igual. Nunca podrán volver las cosas al estado que guardaban antes de que dieran inicio las campañas negras.  La virginidad no sólo no se cuidó, degeneró en promiscuidad.
Un diputado estigmatizado como pederasta; un gobernador que interviene sin el menor recato en el proceso electoral, y que encabeza un vergonzoso esfuerzo oficial para apoyar a su candidato, disfrazado de publicidad institucional; tres ex alcaldes, uno de ellos que busca llegar al congreso vía plurinominal, señalados de haber malversado 2 mil millones de pesos; un candidato a gobernador del que dicen que se apropió indebidamente de predios cuando fue alcalde, formalmente acusado de peculado; otro al que acusan de tener un apodo muy feo y al que también planean plantarle una acusación formal; un debate en el que el tema principal es: qué es peor, ser pederasta u homosexual. Realmente es este el punto al que queríamos que llegara este proceso de renovación de gobernador, alcaldes y diputados? Es este el nivel de madurez que como sociedad queremos presumir? Es esta la oferta electoral con la que los partidos piensan conseguir el voto de los ciudadanos? Me daría pena contestar que sí a cualquiera de las interrogantes.
  Nos cansamos de decirlo en todos los tonos y de todas las maneras: no nos enganchemos en las sucias estrategias de Antonio Solá, el españolete nacionalizado mexicano, cuya única habilidad es la de sembrar el odio entre hermanos a partir de estrategias de ataque y descalificación, para de ahí despegar en busca de posiciones electorales. El creador de la campaña “AMLO es un peligro para México”, que le alcanzó a Felipe Calderón para imponerse a Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial de 2006, dejó ver su mano tras las campañas de ataques sistemáticos con que los panistas iniciaron la campaña en Baja California.
  Lo demás solo fue consecuencia, resultado lógico y respuesta a las campañas negras. Los señalamientos y ataques fueron subiendo de tono, y en esta campaña de ataques, curiosamente, y contra todo lo que se pudiera suponer, el fuego sostenido provenía no sólo de los adversarios, sino que muchas veces los candidatos fueron víctimas de impactos provenientes de ráfagas lanzadas por los propios correligionarios, el famoso “fuego amigo”.
  Ejemplo claro de estos ataques emboscados, lo constituyen el famoso video de las “kikadas”, filtrado por panistas que buscaban dejar fuera de la contienda por la gubernatura a Francisco Arturo Vega, y más recientemente, el comprometedor audio de la conversación entre el diputado Rubén Alanís y un supuesto menor de edad identificado como “Joel”. Escuchar la grabación, a reserva de una opinión profesional, causa la impresión de que “Joel” sabe que la conversación está siendo grabada, a diferencia de su contraparte, que parece desconocer que lo están grabando y por ello no se limita a expresar lo que siente. Como haya sido, haber llevado los ataques -y las traiciones de los propios- a este nivel, simplemente trajo como consecuencia que las respuestas fuesen cada vez más fuertes.
La virginidad es un tema con mil acepciones e interpretaciones, a cual más de válidas y respetables, que con el tiempo ha sido desprovista de la solemnidad de antaño. También la política. Entendemos que como seres humanos, quienes aspiran a gobernarnos también están expuestos a errores y tentaciones. Tampoco esperamos pureza y perfección en ellos, buscamos funcionarios que llenen razonablemente el nivel de exigencia que demanda la responsabilidad de servir a los demás, a través del trabajo y la experiencia, no a través del ataque repetitivo y la estridencia mediática. Ese esquema funcionó en otros tiempos, pero también pasó ya de moda.             

Grabaciones, acusaciones
Ataques, descalificaciones
Denuncias entre coaliciones

¿A esto llaman elecciones?   

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